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miércoles, 23 de diciembre de 2009

TIENE FUTURO EL PRD?

Desde hace meses vengo escuchando a muchos de mis copartidarios decir que el Presidente de la República se ha propuesto destruir el PRD. No tengo manera de saber si eso es cierto, pero lo que sí sé es que de ser verdad, lo estamos ayudando de una manera importante. Por más cómodo que sea echarle la culpa a otra persona de nuestros males, es siempre una actitud contra producente y mediocre.

El PRD sentó la bases de todo lo que hoy le acontece. Primero favoreció el clientelismo y como producto de eso llegaron a posiciones de "dirigencia" personas que no eran las más capacitadas, luego se olvidó de sus bases y de la consulta y abandonó cualquier ejercicio de planificación. Al culminar el ejercicio de gobierno, aunque con más aciertos que errores (desde mi punto de vista), la imagen no era la mejor, pero lo peor, nadie se preparó para tener candidatos viables participando en las elecciones del 09. Fuimos a la contienda con una fórmula que, la gran mayoría (por no ser absoluto y decir TODOS)de los PRD sabíamos que no tenía forma de ganar. Es decir, sin demeritar la efectividad comunicacional de la campaña de la oposición, les facilitamos enormemente el trabajo con nuestra escogencia de candidato.

Pasada la aplastante derrota no hemos sabido entender las causas de la misma y mucho menos enfrentar el proceso necesario para convertirnos en una alternativa para el 2014. Más allá de los méritos indiscutibles de cada dirigente, el país y el propio partido requieren de un nuevo PRD, con nuevas metas y sobre todo, un nuevo método. Las caras visibles de ese partido renovado deben ser personas sin mancha, con un alto nivel intelectual y moral, pero sobre todo, gente con credibilidad y aceptación por parte del pueblo al que deben servir. No se trata de desconocer el espacio que los dirigentes tradicionales se han ganado, sencillamente a ellos les toca ahora jugar otro papel.

De nada sirve el partido, ni a sus miembros ni a la sociedad, si la población, por las razones que sea, duda de la credibilidad de sus representantes. Me preocupa escuchar a miembros del PRD decir, ya sea de manera expresa o velada, que no hay gente nueva para liderar y que quienes ya “se ganaron su espacio” son prácticamente inamovibles. Inclusive si aceptáramos eso de los “espacios ganados”, el insinuar que para ser dirigente sólo importa lo que piensen los miembros del partido es desconocer totalmente el hecho de que el partido existe en función de la sociedad en la que vive y que los integrantes de esa sociedad, por lo tanto, deben ser escuchados al momento de tomar decisiones internas.

Se trata de un tema práctico, por lo que no hay espacio para el sentimiento. Podemos tener las mejores propuestas e ideas, pero si el mensajero no es el adecuado, volveremos a sacar únicamente los votos de los afiliados (y cuidado menos).

Tampoco podemos presentar al país cambios cosméticos. Afortunadamente, nuestro pueblo es cada vez más inteligente, maduro y educado y se daría cuenta de inmediato si ese fuera el caso. Por ello, así como no es aconsejable el que la actual dirigencia se resista al cambio, tampoco lo es el que pretendan imponer a sus “representantes” como nuevos líderes, dado que lo que se necesita son personas con independencia de criterio. La categoría de nuevo líder no la da el simple hecho de no haber participado en puestos directivos con anterioridad o el contar con una determinada edad, sino el tener una mentalidad y un método frescos e innovadores y sobre todo, una imagen limpia ante la sociedad.

Los recientes resultados electorales en muchas partes del mundo, inclusive en la potencia más poderosa, nos indican que en el siglo 21 los partidos políticos no sólo tienen que satisfacer a su sociedad con el contenido de las propuestas, sino que es de igual o mayor importancia el estilo, el método y la personalidad e imagen de quien las propone y ejecuta.

Todavía contamos con espacio suficiente para rectificar y aceptar el advenimiento de los nuevos tiempos. Sólo así podremos cumplir con nuestro deber histórico de constituirnos en una oposición política responsable, pero sobre todo, con credibilidad, la cual contribuya a mantener el adecuado balance que es vital para toda democracia.

QUE ESTÉN BIEN!!


1 comentario:

Flavio Velásquez Espino dijo...

Rolando, te felicito por este blog y por el oontenido del artículo que me permito comentar. En primer lugar el Presidente Martinelli de manera deliberada le está haciendo un favor al PRD; pero, atención, sólo a ese PRD que aceptará el liderazgo de MARTIN TORRIJOS ESPINO. Ya que los otros líderes coetáneos están siendo "destruídos" por razones diversas. Y si Martinelli patrocina la persecución de quienes cometieron delitos contra la cosa pública desde las filas del PRD, yo te digo, en hora buena; otro favor que le hace el Presidente al PRD, por razones diversas. Quedaría pendiente entonces hacer la tarea interna que propones con valentía y firmeza, o sea, crear una dirigencia y una militancia políticamente culta y educada en la mística de la ética y del bien común. Y te digo más, Rolando, todo esto está al alcance de los miembros del partido si así se lo proponen. Como bien intuyes, es un asunto de voluntad. En segundo lugar necesitas un nuevo tipo de dirigentes. Dirigentes que tengan claro ese proyecto moral que tú propones y un gran proyecto de insfrestructuras nacionales, como el de TORRIJOS HERRERA; el gran proyecto del rescate del Canal, o sea, un gran proyecto de infraestructuras de transporte de gran vuelo. Y te digo cual sería este gran proyecto nacional para un nuevo tipo de dirigentes: SEGUIR DESCOLONIZANDO A PANAMA: mediante una intensificación de la apertura de rutas: a) la ruta norte-sur, PANAMA-MEDELLÍN. b) las rutas norte-sur TRANSÍSTMICAS, o sea, varias carreteras entre las costas ATLÁNTICO-PACÍFICO; y, c), la madre de todos los desenclaves: COLON ZONA LIBRE ESPECIAL, DAVID SONA LIBRE ESPECIAL y PANAMA/YAVIZA ZONAS LIBRES ESPECIALES.

Como dicen los antiguos: quien lleve a cuestas estas banderas heredará el reino de los tiempos.
Un abrazo, Flavio Velásquez Espìno.