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lunes, 14 de junio de 2010

SI CALLAMOS SEREMOS CÓMPLICES

La ley 30, conocida como golazo, camarón, chorizo o langosta, tendrá graves consecuencias para nuestro país. Pero no sólo por las aberraciones de fondo que su contenido implica, sino por el desprecio hacia la inteligencia del pueblo panameño que demuestra todo el accionar del gobierno nacional en torno a su aprobación y posterior sanción por parte del Presidente de la República.


Se esfumó el último vestigio de esperanza de que el gobierno tomase en cuenta las quejas por su falta de atención a la institucionalidad y su carencia de respeto a las normas fundamentales de convivencia democrática. Está claro que estas falencias son intencionales y que por lo tanto estarán presentes en las actuaciones futuras del gobierno. Ellos consideran que hacerlo así es lo correcto. Cualquier ley o principio que se oponga a sus designios será ignorada, violentada o cambiada sin consulta ni consideración alguna, es decir, el método es totalitario.


Independientemente de que la ley 30 no lo diga así de manera expresa, el efecto práctico de sus diversas normas es que se ha eliminado el derecho a huelga, se han suprimido los sindicatos, así como tirado a la basura importantes normas que protegen nuestro débil medio ambiente y se han desaparecido los controles que hacían que nuestros policías actuasen de manera diferente a los delincuentes, entre otras cosas. No obstante, nada de esto es más peligroso que el hecho de que esta ley demuestra que el gobierno nos considera a todos unos imbéciles y que por lo tanto pueden hacer lo que les venga en gana, sin que ello tenga consecuencias.


Pruebas de esto hay muchas. Todo empezó cuando el Ministro Mulino fue a la Asamblea Nacional y presentó una ley que trataba 9 materias, todas ellas altamente sensitivas, pero cuyo título original sólo hacía referencia a una de esas materias. Peor aun fue que el citado Ministro no hiciese ni una mínima alusión a las otros ocho temas cuando hizo su explicación verbal al pleno legislativo. Asumo que este funcionario pensó que todos (diputados, periodistas y sociedad en general) seríamos lo suficientemente estúpidos como para no leer el texto del proyecto. Luego los diputados se burlaron de los afectados por las modificaciones que propuso el Ejecutivo, al ponerlos a hablar sin ser escuchados para posteriormente cerrarles la puerta en la cara y no dejarlos entrar. De allí pasaron a la ofensiva los Ministros y el Presidente, tratando de hacernos creer que esta es una "ley buena" y que realmente nos están haciendo un enorme favor, aunque nosotros, ignorantes mortales, no lo podamos entender.

La cereza en el sunday la puso el propio Presidente de la República, cuando invitó a los ambientalistas a una reunión para conocer sus opiniones sobre la ley y procedió a sancionarla horas antes de que la reunión ocurriese.

Tantos desprecios y burlas han producido una serie de alianzas peligrosas, que además eran impensables hace un mes. Ahora, ese movimiento "popular" llamado Frenadeso que tenía imagen de violento e intransigente ha pasado a ser víctima y además a tener como compañeros de lucha a personas con un alto nivel de credibilidad, como lo son muchos de los líderes de diversas organizaciones de la sociedad civil.

El gobierno, lejos de debilitar a los sindicatos o, como ellos dicen, a la izquierda, la está fortaleciendo. Pareciera que no se han dado cuenta de que los señores del Suntracss son realmente políticos y no sindicalistas.

Gracias a las acciones del gobierno, hoy, estos políticos disfrazados de sindicalistas están que brincan en un pie, celebrando las oportunidades que les está abriendo tan fácilmente quien paradójicamente ha jurado destruirlos.

Lo terrible es que los efectos de las condiciones políticas y sociales que se están creando no los va a sufrir sólo el gobierno, sino todo el país. Ya antes e inclusive en nuestra historia reciente, hemos tenido un Panamá polarizado y en conflicto permanente y todos sabemos eso cómo terminó. Alguien quiere repetirlo?, confío en que sólo sea ese grupo de políticos cuyo método les indica provocar inestabilidad para luego "pescar en río revuelto".

Espero que la última marcha en contra de la ley 30 haya llamado la atención del gobierno y que entiendan que no nos pueden engañar a todos, todo el tiempo, es decir, NO SOMOS IMBÉCILES. El pueblo va registrando lo que ocurre, aunque no pase la factura de manera inmediata. Todas las cuentas se acumulan hasta que llega la gota que derrama el vaso y entonces tratan de capitalizar del descontento popular los enemigos de la democracia.

Como ciudadanos tenemos la obligación de comunicar al gobierno, de manera pacífica y respetuosa que no somos autómatas, que sí pensamos y que no estamos de acuerdo con sus actuaciones. De eso depende que ellos sientan la presión de hacer las cosas de forma diferente, en beneficio de las grandes mayorías.

A quienes amamos la democracia nos corresponde hacernos sentir para evitar que políticas de gobierno equivocadas abran la puerta a los que sueñan con el poder absoluto para ensayar modelos ya fracasados en todo el mundo.

QUE ESTÉN BIEN!!

1 comentario:

Anónimo dijo...

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